Tlalnelhuayocan: el cinismo, la marca… y el riesgo de un susto electoral

En Tlalnelhuayocan, Veracruz, el descaro político ya ni se disfraza.

María Emilia Nieto Miranda, candidata de Morena a la alcaldía, carga no solo con su falta de trayectoria, sino con un lastre mayor: ser parte de una maniobra de nepotismo mal maquillada.

Para intentar burlar la ley, fingió un divorcio, buscando ocultar que es cuñada de la actual alcaldesa, Fanny Alejandra Muñoz Alfonso.

La jugada fue torpe y el costo, altísimo.

La evidencia pública, las denuncias en redes, el señalamiento directo del senador Manuel Huerta: todo quedó a la vista.

La operación de simulación quedó al descubierto antes de que siquiera empezara la campaña.

Pero el cinismo tiene combustible: la marca Morena. 

Confían en que el color guinda será suficiente para tapar los pecados.

Apuestan a que la fidelidad partidista pesará más que el descontento ciudadano.

Lo que no calculan —o subestiman— es el terreno que pisan.

Enfrente, la familia Ángeles Aguirre no necesita dar lecciones de ética; le basta saber jugar las reglas del barrio político.

Arianna Guadalupe Ángeles Aguirre, la candidata del PRI, representa ese estilo: el de los que no tienen pudor para operar ni para capitalizar el hartazgo.

Y el escándalo del divorcio fingido es el regalo perfecto para un adversario que no juega limpio… pero juega a ganar.

Hoy, los Muñoz apuestan a la inercia.

Pero la calle está cansada del amiguismo, del parentesco, de la simulación. 

Y la marca Morena no alcanza cuando el cinismo se ve tan de frente.

En Tlalnelhuayocan, el descalabro electoral no solo es posible.

Está a una traición, a un enojo o a un voto de castigo de convertirse en realidad.

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