Por Enrique Yasser Pompeyo
Tras los resultados de las elecciones municipales en el estado de Veracruz, hay dos partidos que registran una debacle y de no recuperarse, un posible hundimiento.
Los otrora poderosos Revolucionario Institucional y Acción Nacional, que gobernaron el país, hoy se encuentran en franco descenso.
Si bien obtuvieron algunos triunfos, PAN 34 y PRI 23, de 212 ayuntamientos, dista mucho del poder y control que tuvieron antaño.
El tricolor logró retener los municipios de Perote y Orizaba, por citar un par de ejemplos.
Pero el caso del albiazul es más significativo. “Perdió” la joya de la corona, el puerto de Veracruz, así como Tantoyuca que era bastión y feudo de la familia Guzmán Avilés.
Si en el anterior proceso electoral de 2024, en coalición les fue mal, en esta ocasión, al participar de manera individual, no les fue tan bien como se esperaba. Las sorpresas las dieron otros institutos políticos.
Las elecciones intermedias de 2027, en donde se renovará la Cámara de Diputados y el Congreso veracruzano, serán la antesala de lo que podría ocurrirles al PRI y al PAN.
Sus dirigencias y sus liderazgos regionales tendrán que hacer una evaluación profunda para reconocer en qué fallaron, pues su futuro está en juego.
De continuar con las resistencias, vicios internos y falta de consensos, llegarían a las elecciones de 2030 disminuidos, debilitados y como meros observadores.
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