Tlalnelhuayocan, “tierra de nadie”… ¡no me ayudes cuñada!

Cuando una candidata habla de “tierra de nadie”, no se trata de una ocurrencia retórica. Es una sentencia. Un diagnóstico. Una forma elegante —o políticamente cauta— de decir: aquí no hay gobierno.

Este fin de semana, María Emilia Nieto Miranda, candidata de Morena a la alcaldía de Tlalnelhuayocan, presentó propuestas en materia de seguridad para el municipio que aspira a gobernar. En un comunicado, dijo que hay comunidades olvidadas, falta de patrullaje, colonias sin vigilancia, espacios públicos deteriorados y zonas limítrofes con Xalapa donde la autoridad simplemente no está.

Todo eso es cierto.

Lo que no dijo es quién gobernó los últimos cuatro años.

Ni que ella fue parte de ese gobierno.

La actual presidenta municipal de Tlalnelhuayocan se llama Fanny Alejandra Muñoz. Es morenista. Y es cuñada de la candidata. Durante un tramo de esa administración, María Emilia Nieto fue titular del DIF municipal, un cargo que no es menor: implica cercanía con el poder, coordinación con áreas operativas y conocimiento profundo de las condiciones sociales del municipio.

Sin embargo, en su reciente pronunciamiento no hay una sola línea que reconozca continuidad, ni un párrafo que asuma responsabilidad compartida. Nada. Silencio. Como si el gobierno del que formó parte no existiera.

Esa omisión no es casual. Es táctica.

El discurso de Nieto Miranda parece decir: Sí soy de Morena, pero no soy ella.

Una jugada arriesgada cuando el apellido político es compartido en casa y la memoria administrativa también.

La crítica no es abierta, pero está ahí. Hablar de abandono institucional, de zonas inseguras, de falta de luminarias, de escasa vigilancia, es apuntar hacia la administración saliente —y en parte hacia sí misma— aunque no se nombre. Y esa crítica, viniendo del mismo partido y de una exfuncionaria, suena todavía más fuerte porque no puede atribuirse a un adversario electoral. Es fuego interno disfrazado, discreto, pero fuego al fin.

Ahora bien, que haya diagnóstico es un avance. Lo lamentable es que ese reconocimiento de la precariedad venga justo en temporada de campaña, cuando hay votos en juego, y no durante el ejercicio del poder. ¿Por qué no se dijo antes? ¿Por qué hay que esperar a competir para admitir que el municipio no está bien? María Emilia promete cámaras de vigilancia, más patrullas, mejor alumbrado, espacios recuperados. Todo eso se escucha razonable. Pero para una ciudadanía que camina entre la inseguridad y la desconfianza, las propuestas deben venir con memoria. Porque no se puede pedir confianza futura sin asumir el pasado inmediato. Y ese pasado, para bien o para mal, también lo firmó ella.

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