En el puerto jarocho, donde la política se cuece a fuego alto y con la brisa de escándalo, los rumores sobre la campaña de Indira Rosales ya no son simples murmullos: suenan como tambores previos a la tormenta.
Dentro del cuadro compacto del PAN veracruzano, aseguran que la candidata albiazul guarda un as bajo la manga. Algo que, dicen, no solo podría mover el tablero de la elección municipal… sino sacudir el avispero morenista justo donde más les duele: en su fracturado corazón interno.
¿De qué se trata? Las pistas apuntan a una adhesión masiva de fundadores y exmilitantes de Morena que no le perdonan a la cúpula guinda la imposición de Rosa María Hernández Espejo como candidata.
Y si se atiende al tono de los últimos videos de Indira —cargados de guiños, silencios cargados de mensaje y frases con doble fondo— parece que la estrategia va más allá de sumar votos: quiere quitarle alma al adversario.
¿Es puro humo? ¿Una jugada mediática? Dicen que quienes están enterados no sueltan prenda, pero lo que sí confirman es que el acto ya está listo, y que será lo suficientemente estridente como para dejar a varios morenistas sin argumentos ni portavocía.
Si en política todo se vale, en el Puerto se vale más. Y aquí, más que votos, ganan quienes saben dónde pegarle al ego y cómo fracturar la narrativa enemiga.
La pregunta no es si Indira tiene un as. La pregunta es cuándo lo va a lanzar… y qué tan fuerte va a retumbar en la 4T local.