Cuando una autoridad en funciones se promociona como aspirante, corre el riesgo de contradecir su propia narrativa. Eso le ocurre a la magistrada presidenta del Tribunal Superior de Justicia de Veracruz, Lisbeth Aurelia Jiménez Aguirre, quien ha lanzado una pieza publicitaria donde pregunta: “¿Listos para mejorar la justicia en Veracruz?”. La frase, breve pero cargada, parece más una admisión que una propuesta.
Quien encabeza el máximo órgano judicial del estado no puede deslindarse del estado actual de la justicia sin descalificarse. Si la justicia aún necesita mejorar —como lo sugiere su eslogan—, ¿no es acaso ella una de las principales responsables de que aún no ocurra? Si su liderazgo ha sido efectivo, ¿por qué prometer lo que ya debería estar en marcha?
El problema no es que quiera reelegirse, sino cómo lo comunica: como si aún no estuviera al mando. La justicia no se vende con paisajes turísticos ni con preguntas retóricas. Se construye con hechos, resultados y coherencia.