Chachalacas, Veracruz. Desde lo alto de la torre de monitoreo, el mar parece calmo. Las olas rompen con la misma fuerza de cada temporada, pero lo que cambia son las personas que llegan: turistas que, emocionados por el descanso, a veces olvidan que el mar también puede ser traicionero.
“Mi trabajo es observar. Aquí arriba, bajo el sol, con el silbato al cuello, los ojos se me hacen agua de tanto escanear la playa. No ha habido incidentes graves, pero todos los días es una batalla contra la imprudencia”, cuenta uno de los guardavidas destacados en playa Chachalacas.
En estas vacaciones de Semana Santa, las playas de Veracruz han recibido a cientos de visitantes.
En Chachalacas, las autoridades locales han reforzado la presencia de personal de protección civil y colocaron señalamientos que invitan a evitar riesgos: no nadar en estado inconveniente, respetar los límites de velocidad en zonas de tránsito y atender las indicaciones de los guardavidas.
“Lo que más me preocupa son los papás distraídos y los jóvenes que se meten mar adentro sin medir el oleaje. Por más que avisamos, muchos piensan que no les va a pasar nada”, relata.
A su lado, un salvavidas rojo cuelga como advertencia silenciosa de que cualquier descuido puede volverse tragedia.
Por ahora, Chachalacas se mantiene en calma. Pero los ojos desde la torre no descansan.
