Las fisuras en MORENA Veracruz son fracturas abiertas que se exhiben con nombres, rostros y maniobras políticas. El senador Manuel Huerta Ladrón de Guevara, uno de los cuadros más visibles del obradorismo en la entidad, ha pasado de ser figura de movilización territorial a convertirse en protagonista de un expediente que, según ha trascendido, podría —al menos— provocarle ruidos.
De acuerdo con versiones que circulan en los pasillos del poder, Juan Javier Gómez Cazarín, actual delegado de Bienestar en Veracruz y rival frontal de Huerta, ha pedido a la bancada morenista veracruzana en la Cámara de Diputados, encabezada por su aliado Zenyazen Escobar García, que solicite formalmente a la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia de MORENA el inicio del proceso de expulsión contra el senador.
La razón: Huerta estaría apoyando a candidatos de otros partidos, como es el caso de Rogelio Quiroz Pulido, del PT, y Emilio Olvera Andrade, de MC, ambos aspirantes a la alcaldía de Poza Rica.
A Rogelio Quiroz, Huerta lo ha respaldado abiertamente desde antes incluso de su designación formal como candidato. Una fotografía fechada el 12 de marzo de 2025 lo muestra junto al senador, en una reunión que en los círculos políticos fue interpretada como un gesto de aval. Quiroz, un actor conocido en la región, hoy es abanderado del PT, pero con un pasado estrechamente vinculado al obradorismo territorial.
En el caso de Emilio Olvera, la relación es aún más directa. Fue parte del equipo de Bienestar en Veracruz cuando Huerta era delegado, y tras su ruptura con MORENA, se refugió en Movimiento Ciudadano, desde donde construyó su aspiración. Aunque ahora esté en otro partido, mantiene vínculos personales y políticos con Huerta, que hoy pesan como una losa sobre el senador. A ambos los une un pasado común en la estructura de Bienestar, que Huerta coordinó antes de llegar al Senado.
Como en Poza Rica, así ocurre en otros municipios, donde han advertido que darán a conocer más nombres de petistas respaldados por Manuel Huerta.
La acusación no es menor. En medio de un proceso electoral tan complejo como el de 2025, la lealtad partidaria se ha convertido en moneda de presión. Y el senador, con antecedentes de críticas internas y posturas divergentes, ya no es visto como un aliado, sino como un riesgo de disidencia estructurada.
Huerta ha negado respaldos indebidos y se ha defendido diciendo que “la gente sabe quién es quién”. Pero sus apariciones junto a Quiroz Pulido y la historia compartida con Emilio Olvera alimentan las sospechas. La narrativa de traición ha sido sembrada por Cazarín, quien ya lo había acusado públicamente de encubrir aviadores y de operar para adversarios de MORENA.
Lo que está en juego no es solo la militancia de un senador. Es el control del aparato político de Veracruz, donde los grupos internos se disputan candidaturas, lealtades y presupuesto.
En el fondo, el expediente Huerta es también el expediente de una lucha por el futuro de MORENA en la entidad. Y todo apunta a que la purga ha comenzado.